Koblenz (Parte 1) – La lengua artificial sobre la union de dos ríos y el INMENSO monumento a Guillermo I

La etimología del nombre de una ciudad ya nos puede contar un poquito de su historia.

El estado de Renania-Palatinado alberga a la ciudad de Koblenz, Coblenza en español cuyo nombre proviene del latin «confluentes».

Coblenza es famosa por tener una «lengua» de tierra artificial donde los ríos Rin y Mosel se encuentran. En ese sitio se impone un gigantesco monumento a Guillermo I. Pero antes de llegar allí, haremos un recorrido virtual por la ciudad.

Mi recorrido se inicia en la estación central de tren, desde donde caminé hasta llegar al punto turístico mas importante, Deutsches Eck. Al caminar por las callejuelas, me sorprendió ver la cantidad de grupos de turistas junto con sus respectivos guías que había en la ciudad. No pude evitar parar la oreja para corroborar los datos que ya conocía.

Las callejuelas son típicas de las ciudades alemanas, semipeatonales, saliendo en varias direcciones desde un centro, la plaza, donde se encuentran cafés y restaurantes con arquitecturas tradicionales. En cada callecita abundan tiendas de ropa y souvenirs, especialmente souvenirs, teniendo en cuenta la cantidad de turistas que visitan la ciudad. Coblenza recibe alrededor de 20 millones de personas cada año. Muchas de ellas llegan en barco ya que se pueden tomar mini cruceros o paseos que recorren el rio Rin.

No es facil perderse, ya que es solo cuestión de seguir a cualquier grupo de turistas que uno encuentre. Caminando llegué a esta simpática fuente.

Al observar por segunda vez, se puede notar un charco de agua en el piso. Schängelbrunnen es el nombre de esta fuente y se encuentra rodeada de edificios barrocos de un antiguo monasterio Jesuita. La «Cancion de Schängel» es el himno de Koblenz y el término, formado alrededor de 1800 cuando existía relación con Francia, es una referencia a los niños franco-alemanes muy muy traviesos que vivian en la ciudad y que en aquella época eran comúnmente bautizados con el nombre de Jean, lo que luego fue transformado a causa del dialecto hablado en Koblenz, a Schang, y con el tiempo se transformo en un cariñoso Schängel.

La curiosidad de la fuente es que escupe chorros de agua de manera intermitente y, quedarse unos minutos allí a esperar ver quien es sorprendido con el siguiente chorro, puede ser divertido. Varios niños están alrededor riéndose de quien sufre de un inesperada ducha.

Caminando unos metros más se llega a la plaza central, donde, al igual que en varias ciudades alemanas, se encuentra una iglesia, varios cafés y restaurants y una estatua o fuente en el centro.

En varios lugares los detalles de mampostería o esculturas están protegidos por redecillas de metal para evitar que los pájaros formen nidos y contribuyan al deterioro de los mismos.

A trescientos metros, saliendo de la red de callejuelas se llega al rio. Allí se pueden ver los barcos «estacionados» y ya es fácil notar a donde se dirigen todos los humanos. Una amplia calle peatonal lleva directamente al Deutsche Eck, donde desde lejos ya se pueden ver las banderas que adornan el monumento.

A la derecha de la calle hay un parque y al cruzarlo, podía ver como un trencillo hacía el recorrido lleno de turistas. El trencillo luego apareció en distintos puntos de la ciudad, así que es una buena opción para no caminar y ahorrar tiempo.

Había leído que muchas personas se impresionan con el tamaño del monumento, pero no fue hasta que apareció a mi derecha, que la sorpresa me asaltó. ES IMPRESIONANTEMENTE GRANDE. En cada foto pueden buscar a las personas y hacer la relación de tamaño.

El Deutsche Eck cuenta con dos miradores. Uno interno al subir las escaleras y otro superior externo a los pies del caballo.

Este lugar es símbolo de tantas uniones que, extrañamente, se convierte en una metáfora hasta romántica por decir de una manera.

Deutsches Eck significa «Esquina Alemana» y su nombre surge cuando la Orden Teutónica fija su casa en ese sitio. Luego en ese lugar se erigió un monumento a la unificación alemana y más tarde, fue coronado con una INMENSA estatua ecuestre del emperador Guillermo I tras su fallecimiento y en honor a su trabajo concluyente en la unificación de Alemania. El monumento fue ideado por su nieto, Guillermo II en 1897 y fue realizado por el arquitecto Bruno Schmitz. Pero en la Segunda Guerra Mundial, cuando el 80% de Coblenza fue bombardeada, también este monumento fue destruido, y permaneció en ruinas como símbolo de la unificación de Alemania. Luego en 1990 con la caida del muro Berlin y la REunificacion de Alemania, ya no necesitaba ser un recordatorio de los anhelos de los alemanes, pero no sabían si era adecuada la reconstrucción del antiguo monumento. Finalmente decidieron reconstruirlo y en 1993 se instalaron banderas de todos los estados de Alemania, junto con la reincorporación de una replica idéntica de la estatua original. Hoy con sus 37 metros es un MONUMENTO a la unificación y reunificación de Alemania.

La historia es contada y revivida en cada rincón, padres a hijos, abuelos a nietos, guías a turistas y virtualmente, hoy, yo a ustedes.

La inmensidad del predio es hipnotizante. Desde arriba se ve el ir y venir de barcos llenos de containers de colores o llenos de turistas. Podría estar horas en aquel mirador observando a las personas recorrer el lugar. Algunas familias preparan una especie de picnic y otras se alimentan con los chorizos y cervezas alemanes que se pueden comprar en los puestos de alrededor.

Al subir las escaleras que llevan al mirador en el monumento, un gigantesco semicírculo ostenta los escudos de los distintos estados alemanes, y en cada rincón alguien disfruta de la reunificación. El inmenso tamaño de todo hace que cualquier rincón sea propicio para descansar y disfrutar del paisaje.

Desde otro punto, ya se puede descubrir la existencia de un teleférico. Este teleférico atraviesa el río y nos lleva a Ehrenbreinstein, una fortaleza que data del año 1000 a 118 metros de altura.

El teleférico se instaló en el año 2010 pero comenzó a funcionar abierto al publico en el 2011. El viaje tarda alrededor de 4 minutos y son 18 cabinas con lugar para 35 personas.

La mayoría de las cabinas tienen igual disposición de lugares pero algunas pocas cuentan con vidrio en el centro lo que permite una experiencia diferente.

Desde arriba todo se ve diferente. El «Valle del Rin Superior Intermedio», como fue denominada la zona por la Unesco, tiene un aspecto diferente a esa altura. Se puede ver la zona de Vallendar y la manera en que el río decora, bueno, en realidad, la manera en que los viñedos decoran el borde del Rin.

A medida que se toma altura, la «lengua artificial» nos sirve de referencia para dimensionar la altura y la distancia recorrida.

En este ocasión no tuve la oportunidad de realizar el viaje por «El valle del Rin». Esta zona fue declarada patrimonio Mundial de la la Humanidad por la Unesco en el 2002. Los 65km que llevan de la ciudad de Mainz hasta Coblenza esta POBLADA de castillos. En ningún lugar en el mundo hay tantos como en este corto trayecto. En el viaje en tren, el paisaje esta decorado con castillos y viñedos que se extienden a lo largo del camino. Muchos de los castillos datan del siglo 11 y varios de ellos fueron reconstruidos en el siglo 19. Hoy cuentan con museos, muebles y otras atracciones turísticas. Lo recomendable es, abordo de un vehículo, visitar intercaladamente los castillos y los viñedos de la zona.

La vid fue traída a la zona por los romanos alrededor del año mil y se considera que muchos de los mejores vinos del mundo salen de estos viñedos.

Un placer para la vista, la mente y el paladar. Es lo que Coblenza tiene para ofrecer.

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